domingo, 24 de abril de 2011

Esquivando caracoles

Me ocurre cada día. Comienza al amanacer y continúa después, hasta que acaba la jornada.
Por la mañana es de forma literal: tengo que esquivar decenas de caracoles que están por doquier. Se encuentran paseando tan plácidamente en un camino que rodea el edificio donde estoy currando. Menos mal que no llevo excesiva prisa y los sorteo con cierta habilidad.

El resto del tiempo los caracoles ni son tan inofensivos ni me dejan seguir mi camino con tanta facilidad. En general, son pequeños también pero no se escoden ni desaparacen tan impunemente. El problema es que no basta con esquivarlos.

Hace tiempo que la mayoría de las veces intento obviarlos, pasar por encima de ellos, acelerar mi paso y creer que se han esfumado. Esa creencia puede durar un tiempo y puede hacerme creer que se han disuelto en su propio caparazón. Nada más lejos de la realidad.
El que se escuda en esa coraza soy yo. Y estoy harto de ocultarme tras ella.

Tengo que salir de esa envoltura y enfrentarme a ellos. Mi camino se puede desviar demasiado si no los piso con fuerza y me enfrento a ellos. Y creo que ha llegado la hora de apartarlos definitivamente de mi camino. ¿Cómo? No lo sé, sólamente sé que quiero hacerlo de una vez por todas. ¿El resultado? Otra gran duda, pero siento que necesito dar ese paso.


Todo pasará y todo llegará, así que voy a armarme de paciencia.





Para terminar os dejo con esta canción cargada de optimismo incluída en el disco de La Casa Azul "Tan simple como el amor".

La letra dice: "...suenan alegres campanas en el centro de mi corazón, no sé si te gustan Los Gritos pero me suenas a su canción. Tengo tantas ganas de hablarte de los discos de mi colección, de llevarte a esa cala en donde el agua no es tan fría porque siempre brilla el sol...".

Un saludo a tod@s.

1 comentario:

  1. Tratar de romper nuestro propio caparazón para salir al exterior, sin máscaras ni artificios, es duro y doloroso. Durante muchos años hemos estado poniéndonos capas, unas encima de otras, constantemente, y nos hemos acostumbrado a vivir con ellas encima. Hasta el punto de que quitárnoslas es como quitarnos algo que llevamos muy dentro, porque esas capas han pasado a formar parte de lo que somos.

    Es la eterna búsqueda de uno mismo. Y es que los caparazones que más molestan, y a la vez, los más difíciles de romper, son los que no nos dejan ver los recovecos de nuestro interior.

    La canción me gusta mucho, como no podía ser de otra forma!!

    Espero que ese sol no te ciegue demasiado cuando puedas verlo de frente :)

    Caracol-col-col, saca los cuernos al sol!! :P

    ResponderEliminar